domingo, 25 de septiembre de 2011

ESCUELE DE CONTRAINSURGENCIA

Tigres de la Selva, orgullo en el Ejército


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SHANGUILA, Orellana.– El teniente Bonilla realiza una práctica de combate en un riachuelo de la región amazónica. El oficial cumple con el curso de adiestramiento para la lucha en la selva y contrainsurgencia.
Los comandos que se preparan en la Amazonia tienen el reconocimiento de militares de EE.UU. y Europa.
“Dios concédeme la fortaleza necesaria para cumplir la misión encomendada y enfrentarme a lo que venga: supervivencia, patrullaje y emboscada, aunque la senda no esté marcada para destruir a la arenilla y defender a mi patria amada. Bendito seas Señor por permitir que esta selva ecuatoriana sea sumisa a los pies del tigre, que en Coangos, Tiwintza y Base Norte tuvo como aliada a la victoria. Tigres, Escuela de Selva Ecuador”.

Con esta arenga los soldados Tigres de la Selva se automotivan para cumplir diariamente su duro entrenamiento de combate en ese ambiente.

Su preparación es motivo de orgullo para los jefes del Ejército. Han recibido reconocimientos de los ejércitos de Estados Unidos, Francia y otros países europeos que mandan a sus hombres a prepararse en ese tipo de combate.

El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, Gral. Oswaldo Jarrín, durante su visita, de la semana pasada a estos soldados los felicitó y se sentó junto con ellos a almorzar. Les dijo: “En mis primeros días como jefe del Comando Conjunto quería tonificar mi espíritu junto a ustedes, los soldados de selva”.

La preparación de los comandos de selva se  realiza en la Escuela de Selva y Contrainsurgencia “Capitán Geovanny Calles”, asentada en medio de la espesa vegetación en el sector de Shanguila, a 20 minutos en lancha a motor, de Puerto Francisco de Orellana (ciudad del Coca).

A esos Tigres de la Selva se les atribuye una parte del exitoso desempeño durante el conflicto bélico de 1995 con el Perú, pues su preparación les permitió su eficaz desempeño en el combate en esa área difícil.

La Escuela de Selva lleva su nombre en honor al capitán Geovanny Calles, quien murió en combate durante el conflicto del Cenepa. “Él fue un ejemplo del espíritu del combatiente ecuatoriano”, dijo Jarrín.

Ahora esa escuela militar tiene también la misión de preparar a los soldados en la lucha de contrainsurgencia y son los encargados de vigilar la frontera Norte en la región selvática de la Amazonia, en el Putumayo.

La vigilancia de estos soldados reviste un permanente riesgo, pues están encargados de evitar las incursiones en territorio ecuatoriano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que están asentadas en el Putumayo colombiano.

El mayor Jorge Villalba, oficial de la Brigada Napo, manifiesta que el adiestramiento de los soldados es exigente. Reconoce que no todos están aptos para estos ejercicios, que consisten básicamente en supervivencia, ubicación y combate en la selva.

Los entrenamientos pueden ser en la madrugada, mañana, tarde o noche y una sola prueba puede durar más de nueve horas, con lluvia, lodo hasta la mitad del cuerpo, sol, ataque de culebras, insectos y otras dificultades de por medio.

La mayoría de las noches los soldados duermen en unas pequeñas cabañas que solo cuentan con un piso de madera que les sirve de colchón.

El curso dura un año, lapso durante el cual aprenden a reconocer plantas y a cazar animales para alimentarse, aprenden a orientarse en la selva, a detectar trampas posibles del enemigo y lo “primordial que es que los soldados aprendan a desarrollar su iniciativa y liderazgo para enfrentar situaciones extremadamente difíciles y alejar a sus demás compañeros del peligro”, dice el mayor Villalba.

Un equipo está conformado por un comandante y 40 combatientes, que se dividen en dos núcleos. Cada núcleo tiene un jefe, un hombre guía, capacitado en el manejo de la brújula, carta topográfica y GPS; un radioperador, encargado de las comunicaciones y el enlace con el mando; un enfermero, francotiradores; lanzagranadas, quienes utilizan granadas de 40 milímetros; lanzacohetes y sus abastecedores; portametralladoras, que abren paso con potencia de fuego en el objetivo y su respectivo grupo de abastecedores; portamortero con granadas de 60 milímetros y sus abastecedores; y dos explosivistas, que dan seguridad con sus conocimientos en la activación y desactivación de bombas.

Los soldados prepararon para la visita del general Jarrín una demostración de sus destrezas. En una de las pruebas y bajo una temperatura de aproximadamente 38 grados centígrados, un grupo de comandos simuló sorprender al enemigo saliendo de improviso de unos pantanos y luego armaron puentes con cabos para movilizarse entre los árboles.

Otro grupo de Tigres sumergidos en el pantano y con su equipo de combate, que pesa más de 40 libras, y tan solo con unos cabos logran trepar obstáculos de aproximadamente 10 metros de altura. Para ello desarrollan su iniciativa: los comandos hacen una especie de pirámide humana en la que el más delgado del grupo trepa y alcanza la cima del obstáculo (una especie de pared de madera) y luego con la soga ayuda al resto del equipo a trepar.

Esta prueba normalmente se realiza bajo fuego real, sostiene el mayor Villalba, quien al igual que el general Jarrín considera que “la frontera norte está en buenas manos”.





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